
Nuestra salud está muy relacionada con la calidad ambiental del entorno
La prevención y protección de la salud es uno de los retos más importantes de nuestra sociedad, siendo su principal objetivo reducir la probabilidad de la aparición de enfermedades e impedir o controlar su progresión. Un edificio en mal estado repercutirá en nuestra salud.
Los espacios donde vivimos tienen un peso importantísimo en nuestra salud
Nuestra salud está muy relacionada con nuestros hábitos y con la calidad ambiental del entorno que nos rodea y, por tanto, también muy relacionada con los edificios. Según la Organización Mundial de la Salud, la parte de la población que vive en las ciudades pasa entre un 80% y un 90% del tiempo en el interior de los edificios. No obstante, no todo el mundo es consciente que los lugares donde vivimos y realizamos nuestras actividades tienen un peso importantísimo en nuestra salud.
Cuando hablamos de calidad del aire interior, tenemos que tener presentes varios parámetros que se pueden generar o presentar dentro de los edificios y qué medidas tenemos al alcance para controlarlas, eliminarlas o reducirlas.
Químicos: CO, CO₂, COVs, radón.
Es importante vigilar, controlar y detectar los niveles de concentración de gases como el dióxido de carbono (CO₂) y/o monóxido de carbono (CO) que se puede presentar y acumular en el interior de los aposentos y que pueden ocasionar efectos a la salud de carácter leve (dolores de cabeza, somnolencia) hasta graves por intoxicación.
También podemos estar en contacto con materiales que pueden desprender componentes orgánicos volátiles (COV’s) que acabamos respirando como: formaldehídos, humos, fibras, bacterias, fibras de amianto, etc. Adicionalmente, puede haber ambientes cerrados en el que se acumule gas radón, siendo uno de los principales causante de cáncer de pulmón por debajo del tabaquismo (+Información sobre el gas radón).
Físicos: Humedad, temperatura, ruido, campos electromagnéticos.
Hay algunas circunstancias que son más habituales en los edificios de entornos laborales, como son la existencia de corrientes electrostáticas, que pueden desencadenar la famosa lipoatrofia semicircular (síndrome del edificio enfermo), o las condiciones térmicas o lumínicas inadecuadas que provocan un bajo rendimiento, fatigas, molestias y bajas laborales constantes. Estos problemas de salud han llevado al hecho que la Organización Mundial de la Salud (OMS), haya definido la aparición de este conjunto de enfermedades como el “Síndrome del Edificio Enfermo”.
Las humedades de condensación y las condiciones térmicas (frío o calor) también comportan el aumento de trastornos y la precarización de muchas enfermedades en la población más vulnerable: situaciones de pobreza, gente mayor, niños, enfermos crónicos, personas electrosensibles o con sensibilidad química múltiple, etc.
Biológicos: Hongos, bacterias, virus, etc.
La variedad de biocontaminantes en el interior es amplia y su generación o proliferación está relacionada con otros parámetros como la humedad, la temperatura, etc.
Materiales de construcción: amianto, COVs.
La elección de materiales saludables nos permitirán disfrutar de un estado completo de bienestar físico, mental y social. Aun así, el parque edificado actual, convive con productos y materiales que estuvieron instalados en una época determinada y que en la actualidad no se pueden instalar por las evidencias en cómo afectan en la salud de las personas. Un ejemplo claro es el amianto que continúa presente en nuestros edificios conformando elementos de fibrocemento, revestimientos, elementos ornamentales, etc.
Pide ayuda a un técnico de cabecera
El listado de aspectos a considerar es muy amplio y, por eso, lo mejor es que te dejes aconsejar por un técnico de cabecera quién te asesorará en la mejor decisión a tomar en cada caso.